Arturo Losada, entre tu ausencia y la mía – (03)

Arturo Losada entre tu ausencia y la mía

Ficha

Título: Arturo Losada, entre tu ausencia y la mía
Autores: Beatriz Velasco
Serie: III de Mundo Elisa
Editorial: Click Ediciones
Fecha: 14 ene 2020
Tamaño: 1.16MB
Idiomas: Español
Literatura: Libros juveniles
Páginas: 378
ASIN: B083RYCDY1
Formato de la descarga: epub y pdf

 Sinopsis

Arturo Losada, profesor de reputación intachable en la Universidad de Valladolid, se ve envuelto en una inesperada historia de amor que tambalea los cimientos de toda su vida.

En este tercer volumen de la trilogía “Mundo Elisa”: Arturo Losada entre tu ausencia y la mía, será Arturo quien nos desvele cómo vivió en primera persona aquella relación.

Leer el primer capítulo:

Al día siguiente fui a dar la clase con energías renovadas, y no era de extrañar, la fortaleza
física de Miriam me sorprendió muy gratamente deleitándome con un par de encuentros más por la
mañana.
Sonreí al ver al típico grupo de estudiantes que se formaba siempre en las puertas de las clases
antes de empezar. Me paré unos segundos delante de la puerta para dejarles pasar y la vi de
nuevo, hablando animadamente con sus compañeros. Cuando entró en clase tan cerca de mí me
descubrí sonriendo de manera inconsciente.

Dejé el maletín en la mesa y me planté frente a la clase, seguía en la primera fila, como el día
anterior. Empecé mi exposición, algunos rápidamente cogieron sus bolis sin darse cuenta siquiera,
de que no había empezado con el tema. Quería exponer primero una serie de cuestiones acerca de
cómo se iban a desarrollar las cosas ese año.

Volví a mirarla. Tenía el boli entre sus dientes esperando a que yo dijera algo lo
suficientemente importante como para empezar a anotar. Sonreí de nuevo. Seguí hablando y, a
pesar de que quería dirigir mi mirada a la clase en general, mis ojos se obstinaban en dirigirse
hacia ella.

Y de repente me sentí sucio. Después de haber estado fornicando toda la noche,bueno, y parte
de esa misma mañana, con Miriam, de repente me crucé con la mirada tan limpia, tan clara de
aquella chica y me sentí sucio… ¡Por favor, sucio! ¿Qué tontería era esa?
Carraspeé, me estaba distrayendo más de la cuenta… Esos ojos… La volví a mirar, me miraba
atenta y me sonrió de manera mecánica al encontrarse con mi mirada… Carraspeé de nuevo.
Decidí pasear por la clase y coger un poco de aire. Nunca me había distraído tanto… ¿Sería ese
maldito tumor de mi cabeza?

—Inma, por favor —necesitaba pisar suelo firme—, ¿sería tan amable de fotocopiar este
documento para sus compañeros cuando acabe la clase?
—Sí claro, Arturo, desde luego…
Me sobresaltó la sirena.
Todos empezaron a recoger sin dejarme acabar la explicación y antes de que hubiera llegado a
mi mesa para recoger mis cosas, ya había algunos con las manos en la manilla de la puerta
esperando a que les diera permiso para salir. Sonreí.
—Salgan, salgan…ya si eso acabo el tema el próximo día, no se preocupen… ¡ja, ja, ja!…
Cuando acabé de recoger todo y salí, miré hacia el sitio de aquella chica pero ya no estaba,
había salido corriendo como el resto de sus compañeros.

Subí al despacho un poco desconcertado por aquella distracción en clase. No era algo que me
pasara habitualmente, de hecho, nunca me había pasado y me preocupé al pensar que quizá el
problema que tenía en la cabeza iba a empezar a dar los primeros coletazos.
Dejé las cosas en la mesa y encendí el ordenador. “Echegaray me dijo que estuviera alerta porsi notaba cosas que pudieran parecer preocupantes o extrañas… No, por favor… No me apetece
enfrentarme a esto ahora, no quiero empezar con medicaciones, pruebas…”

Lo cierto era que los dolores de cabeza cada vez eran más frecuentes, aunque quizá eso sí, algo
menos dolorosos. Estaba claro que algo empezaba a no ir bien y tenía que estar pendiente de las
señales, me gustara o no…
Toc, toc, toc…
—¿Estás ocupado?
Asomó la cabeza de Inma por la puerta… “Joder”
—No, no pasa…

—Vengo a traerte la fotocopia. Ya están hechas.
—Oh, vaya, qué rápida. Gracias. Pero no hacía falta que me la subieras, me la podías haber
dado el próximo día…
—Pensé que la necesitarías…
“Sí, claro, la necesito con urgencia. Una bibliografía con la que no podría vivir…. Puf…
Aquella mujer no iba a cambiar nunca.”

Sonó el teléfono. Descolgué y me encontré con Alfredo al otro lado de la línea. Inma no había
cerrado la puerta de mi despacho y el de Alfredo, que estaba enfrente, también estaba abierto. Le
miré mientras se partía de risa desde su mesa. Fingí una conversación profesional con él, e Inma,
gracias a Dios, se dio por enterada. Se despidió con la mano y me dejó hablando tranquilo.
Colgué y fui a hablar con Alfredo para agradecérselo. Estaba espatarrado en la mesa como un
crío, partiéndose de risa.

—De verdad, Arturo, me vas a tener que decir cómo lo haces.
—No seas tan gracioso. ¿Estás liado? ¿Bajamos a tomar un café?
—¡Cómo rechazar una invitación!
—Nadie ha dicho que vaya a invitarte, ¡ja, ja! —le dije agarrándole de los hombros y
zarandeándole como un muñeco.

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