Como luz en invierno

Como luz en invierno

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Ficha

Título: Como luz en invierno
Autores: Marie Rusanen
Editorial: Romantic Ediciones
Fecha: 29 dic 2019
Tamaño: 1.41MB
ASIN: B081F4YX59
Idiomas: Español
Literatura: Novelas Románticas
Páginas: 256
Formato de la descarga: epub y pdf

 Sinopsis

Entre la nieve que viste de luz las calles de Helsinki y el color cenizo del cielo durante el invierno, se escribe una historia de amor.

Mika dirige con éxito una compañía de muebles y decoración en Finlandia, hasta que sufre un grave accidente. Eso cambiará por completo su manera de pensar y de vivir. Sin embargo, lo que siente por esa nueva diseñadora, que apareció de improviso, lo sacude y lo atrapa de tal forma que su alma comienza a albergar una esperanza.

Alejandra es una diseñadora que llega a Finlandia para estudiar un máster. Después de una dolorosa etapa, ha logrado, desplegar sus alas y encontrar su valía como mujer. Hace tiempo que aprendió que el amor es voluble e imperfecto hasta que conoce a Mika. Con él, el amor se adereza con miradas y caricias silenciosas, sin que ninguno de los dos se atreva a expresarlo en voz alta.

Leer el primer capítulo:

Mika levantó la vista y parpadeó sorprendido: la cosa más bonita que había visto jamás se hallaba
frente a él. Sin dar crédito, sus ojos caminaron con parsimonia por todo el cuerpo de aquella
pequeña mujer. Subió hasta su rostro y se encontró con un par de preciosos iris color obsidiana.
Su corazón parpadeó también, se detuvo y redobló una carrera sin control. No era el hombre que
solía ser, y jamás volvería a serlo, sin embargo, fue consciente de que lo que latía entre sus
piernas aún no estaba muerto.

Aquel lunes había prometido ser un día como todos los demás, con una pequeña diferencia en
su agenda: realizar una entrevista como un favor especial a Ulla, su exprometida y amiga. Algo
rápido y simple, y quizá hasta aburrido. Molesto, había interrumpido la revisión de un importante
informe en el ordenador para revisar el currículo de la persona a la que recibiría. El intenso dolor
en la zona baja de la espalda, y en partes que no sentía de sus piernas, lo había martirizado toda la
mañana. Impaciente, se había pasado una mano por sus cabellos, color terroso oscuro, en un
esfuerzo por evitar en su rostro cualquier desliz que dejara entrever que aquel dolor lo perturbaba,
aun cuando nadie lo observaba.

A las once en punto, el suave toque en la puerta de su oficina lo había hecho alzar la vista.
—Adelante.
—¡Hei
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, Mika! Aquí está Alejandra Díaz.
—Gracias, Tommi.

Había mirado a su asistente personal y retornado con indiferencia los ojos hacia los apuntes
que tenía sobre su regazo, sin fijarse en la persona que Tommi había dejado entrar. El
imperceptible sonido de la puerta al cerrarse le dijo que su colega había partido. La reducida luz
de la nieve, que entraba por la ventana, se abría paso y se desperezaba sobre los dos cómodos

sillones, de un extraño diseño moderno, que descansaban con el mismo estoicismo que él, aunque
no había habido nada de estoico en lo que aquella mujer le había hecho sentir cuando la miró. No
creía en el amor a primera vista. Tampoco creía que alguien estaba destinado para él, lo que
algunos románticos llamaban almas gemelas. No lo buscaba, ni lo esperaba, pero tuvo la
inquietante sensación de que su vida, que ya había sufrido un antes y un después tras aquel terrible
accidente, tendría un antes y un después a partir de ahora.

La miró con fijeza en tanto la adrenalina comenzaba a trabajar en su cuerpo, como cuando
bajaba en picado por la blanca pendiente de una pista de esquí. Disimuló con éxito su
desconcierto y, con esa elaborada frialdad de la que echaba mano de forma recurrente, la saludó.
—Good morning, señorita Díaz.
—Good morning, señor…
—Mika, Mika Fischer. Nice to meet you
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.
Quiso ponerse de pie, acercarse y saludarla con cortesía, pero no podía, así que, con
movimientos medidos y pausados, le ofreció la mano para que ella se aproximara.
—Nice to meet you. —Fue hasta él, le tendió su pequeña mano y… ¿Qué era eso? Dos
hermosos hoyuelos iluminaron su sonrisa. Se estremeció. Soltó la mano con rapidez. Ella dio un
paso atrás y miró vacilante alrededor.
—Puedes colgar tu abrigo en la percha que está a tu espalda.—Muchas gracias.
Dio un respingo ante el curioso acento.

Con movimientos muy femeninos, la mujer colocó la chaqueta en la peculiar figura que actuaba
como perchero y se colgó de nuevo el bolso grande que llevaba consigo sobre el hombro. Vio que
observaba el entorno con curiosidad. Imaginó lo que pasaba por su cabeza. Su oficina constituía
una colección de diseños exclusivos de arte moderno. Objetos, muebles…

La mayoría habían sido
creados por su equipo de diseñadores, y alguno que otro, gracias al talento de sus compatriotas.
Algunos modelos no habían gustado, otros habían sido catalogados como poco útiles para la
venta, y otros, demasiado caros, pero él los había escogido poco a poco y rescatado para aquel
santuario privado donde pasaba la mayor parte del día y del año, especialmente desde…, bueno,
desde el accidente.