Ficha
Título: ¿Cuál es tu historia?
Autores: Ana Paula Benitez
Editorial: RBA Molino
Fecha: 30 dic 2019
Tamaño: 0.36MB
Idiomas: Español
Literatura: Libros juveniles
Páginas: 265
ISBN-10: 1651584133
Formato de la descarga: epub y pdf
Sinopsis
Con el corazón roto, Cara, una escritora promedio, se dirige a la cafetería en busca una dulce taza de té para aliviar su tristeza. Allí se encontrará con Albert, un anciano con quién forjará una gran amistad y de quién aprenderá sobre la vida, el amor y la muerte.
Leer el primer capítulo:
Benjamín apretó los labios y contuvo la risa. Lo ignoré por completo. Había sido el centro de
bromas en la escuela primaria y secundaria, ya estaba acostumbrada.
Entramos al departamento y me dirigí a la mesa del comedor en busca del teléfono celular.
Escuché que la puerta de la entrada se cerró con suma delicadeza y supuse que aquel hombre
envuelto en la toalla era bien educado.
—Ten. —Le entregué el teléfono y me alejé mientras él marcaba el número—. Tony —murmuré
—. Tony, ¿dónde te metiste?
Me incliné un poco para mirar debajo de la mesa, pero no encontré nada. Junté el bloque y lo
sacudí de arriba abajo por unos segundos, en silencio traté de especular dónde podría estar
husmeando mi felino amigo.
—¿Tony? —la voz de Benjamín me hizo voltear.
—Mi gato —respondí mientras me sumergía en aquellos orbes llenos de curiosidad—.
Siéntate… donde quieras. Lo siento.
Educación Cara. Sé educada también.
—Estoy bien —contestó sin dejar de mirar los cuadros—. Bonita decoración.
—Gracias…
—En especial las tazas sucias y los paquetes vacíos en el escritorio —mencionó y apuntó el
escritorio con el dedo índice.
—Es mi zona de trabajo —traté de defender injustificable.
—Oh, claro, necesitas ese paquete para… ¿En qué trabajas? —Con una ceja arqueada hacia
arriba me miró.
—Soy… escritora.
—¡¿Escribes?! ¡Eso es fantástico!
—¿Eso es ironía? —pregunté con desconfianza.
—¿Qué? ¡No! ¿Por qué haría algo como eso?Am… ¿Porque la mayoría del tiempo las personas que conozco piensan que no es un trabajo
real? ¿Porque ni siquiera mi madre está conforme con lo que hago?
—No lo sé —bufé y oculté la verdad en tres palabras.
Noté un brillo especial en los ojos de Benjamín. Aquel hombre con clase pasó a comportarse
como un niño en cuestión de segundos.
—¿En serio crees que es fantástico?
—¡Por supuesto! —Benjamín alzó las manos en el aire y me miró como si fuera una ingenua—.
Me encantan los libros —comentó—. Quiero decir, los buenos libros —esclareció—. Cuando era
pequeño no tenía muchos amigos.
—¿En serio?
Con esa increíble apariencia era difícil de creer. Lindos ojos, lindos labios, lindos modales…
—Oye —Benjamín murmuró ofendido—. Me enfermaba mucho, tenía un sistema inmunológico
deplorable. —Allí iba él y sus complejas y elegantes palabras. Benjamín se rascó la nuca por
unos segundos, suficientes como para permitirme memorizar los detalles de su sonrisa—. Leía
muchos libros —contó él—, Julio Verne, Edgar Allan Poe, Mark Twain, ¿los conoces?
—No personalmente —bromeé—. Pero sí, los he leído.
—Lo que hacen con las palabras —habló inmerso en su mundo—. ¡Son artistas! ¿No crees? —
Asentí con la cabeza y él me señaló—. Los escritores son artistas, nobles artistas que viven
haciendo lo que aman y que no son tan valorados como deberían.
—Supongo —murmuré.
No supe que decir, sentí las mejillas cálidas y me rasqué la nariz para tratar de ocultar el
notorio rubor que probablemente tenía en el rostro.
—¡Claro que sí! —reafirmó—. Crean mundos, personas, historias… —Benjamín miró el
escritorio—. Pero tu casa es un desastre, si me permites decir.
Benjamín tenía un modo bonito de insultar a las personas. Te ofendía, pero con cierto respeto
que te provocaba más frustración que enojo.
Benjamín se colocó las manos en la cintura, pero segundos después cambió de postura y se
puso en acción. Mi vecino tomó algunas tazas de sopa instantánea sin esperar un segundo más y las
tiró en el tacho de basura. Luego caminó hacia el escritorio, arrugó los paquetes vacíos e hizo lo
mismo que antes. Yo sólo admiré la espalda de Benjamín en silencio por unos segundos.
—Oye, no hagas eso.
Excelente reacción, Cara, verdaderamente apresurada y certera.
—¿Acaso los necesitabas? —preguntó con ironía.
—N-No, pero…
—¿Pero…?
—Es mi casa.
—Y se nota —bromeó Benjamín.
—¡Oye!
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