Sinopsis
Descargar El niño con el pijama de rayas de John Boyne Aunque el uso habitual de un texto como éste es describir las características de la obra, por una vez nos tomaremos la libertad de hacer una excepción a la norma establecida. No sólo porque el libro que tienes en tus manos es muy difícil de definir, sino porque estamos convencidos de que explicar su contenido estropearía la experiencia de la lectura. Creemos que es importante empezar esta novela sin saber de qué trata.
No obstante, si decides embarcarte en la aventura, debes saber que acompañarás a Bruno, un niño de nueve años, cuando se muda con su familia a una casa junto a una cerca. Cercas como ésa existen en muchos sitios del mundo, sólo deseamos que no te encuentres nunca con una. Por último, cabe aclarar que este libro no es sólo para adultos; también lo pueden leer, y sería recomendable que lo hicieran, niños a partir de los trece años de edad.
Leer el Primer Capítulo:
La mayoría de los días, el joven oficial presentaba un aspecto muy elegante, se paseaba con aire resuelto y daba la impresión de que le hubieran planchado el uniforme una vez puesto. Siempre lucía las botas negras perfectamente embetunadas, y el rubio cabello con raya a un lado y perfectamente peinado con algo que conservaba las marcas del peine, como un campo recién labrado. Además, se ponía tanta colonia que sabías cuándo iba a aparecer porque lo olías de lejos. Bruno había aprendido a no quedarse donde el viento le trajera su perfume, por temor a desmayarse.
Pero aquel día, como era sábado por la mañana y hacía tanto sol, el teniente Kotler no iba tan arreglado. Llevaba camiseta blanca y unos pantalones normales, y un rebelde
mechón de cabello le tapaba la frente. Tenía los brazos asombrosamente bronceados y unos músculos que Bruno ya hubiera querido para sí.
Ese día parecía tan joven que el niño se sorprendió; de hecho, le recordó a los chicos mayores de la escuela, aquellos a los que no era conveniente acercarse. Kotler estaba absorto en una conversación con Gretel y lo que decía debía de ser tremendamente gracioso, puesto que ella reía a carcajadas y se enroscaba el cabello con los dedos formando tirabuzones.
—Hola —dijo Bruno al acercarse a ellos.
Gretel lo miró con cara de fastidio.
—¿Qué quieres? —le preguntó.
—No quiero nada —le espetó Bruno mirándola con desdén—. Sólo he venido para saludar.
—Tendrá que perdonar a mi hermano pequeño, Kurt —He dijo Gretel al teniente—. Es que sólo tiene nueve años.
—Buenos días, jovencito —dijo Kotler, y entonces estiró un brazo y, para gran espanto de Bruno, le alborotó el cabello; al niño le dieron ganas de derribarlo de un empujón y saltarle sobre la cabeza—. ¿Y qué te trae por aquí tan temprano un sábado por la mañana?
—No es tan temprano —dijo Bruno—. Son casi las diez en punto.
El oficial se encogió de hombros.
—Cuando yo tenía tu edad, mi madre no podía levantarme de la cama hasta la hora de comer. Me decía que si me pasaba la vida durmiendo no crecería y me quedaría enclenque.
—Ah, pues en eso andaba muy equivocada, ¿verdad? —dijo Gretel con una sonrisa tonta.
Bruno la miró con desagrado. Su hermana hablaba con una vocecilla cursi, como si tuviera la cabeza llena de serrín. Estaba deseando alejarse de ellos, y no le interesaba saber de qué estaban hablando, pero sus intereses lo obligaban a pedir al teniente Kotler lo inconcebible: un favor.
—¿Puedo pedirle un favor? —preguntó. —Adelante —dijo Kotler, y Gretel rió otra vez, aunque no había nada de qué reír.
—¿Sabe si hay algún neumático de recambio por aquí? De alguno de los jeeps, quizá. O de algún camión. Uno que ya no utilicen.
—El único neumático de recambio que he visto últimamente por aquí es del sargento Hoffschneider, y lo lleva siempre alrededor de la cintura —contestó Kotler, mientras sus labios esbozaban algo parecido a una sonrisa. Aquello no tenía ningún sentido para Bruno, pero a Gretel le hizo tanta gracia que empezó a sacudirse como si bailara sin moverse del sitio.
—¿Pero lo utiliza o no? —preguntó Bruno.
—¿El sargento Hoffschneider? Sí, me temo que sí. Le tiene mucho aprecio a su neumático de recambio.
—Basta, Kurt —dijo Gretel, secándose las lágrimas—. ¿No ve que no le entiende? Sólo tiene nueve años.
—¿Quieres hacer el favor de callarte? —replicó el niño mirando con fastidio a su hermana. Ya era bastante penoso tener que pedirle un favor al teniente, y sólo faltaba que su propia hermana se burlara de él en ese momento—. Tú sólo tienes doce años —añadió—. Deja de fingir que eres mayor de lo que eres.
—Tengo casi trece años, Kurt —dijo Gretel con brusquedad, el semblante demudado—. Los cumpliré dentro de quince días. Soy una adolescente. Como usted.
Kotler sonrió y asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Bruno lo miró a los ojos. Si hubiera tenido delante a otro adulto, habría puesto los ojos en blanco para dar a entender que ambos sabían que las niñas eran tontas y las hermanas, tremendamente ridiculas.
Pero aquél no era cualquier adulto. Aquél era el teniente Kotler.
Ficha Técnica
Título: El niño con el pijama de rayas
Autores: John Boyne
Editorial: Fórcola
Fecha: 03 may 2020
Tamaño: 0.64MB
Literatura: Libros de Aventuras
Páginas: 390
Isbn: 9032567237823
Formato: epub y pdf
Enlaces de Descarga:
https://www.filecad.com/eg9G/El-nino-con-el-pijama-de-rayas—John-Boyne.epub
https://www.filecad.com/eg9H/El-nino-con-el-pijama-de-rayas—John-Boyne.pdf