Resumen
Pasé mi niñez y adolescencia en la misa o leyendo novelas, y he escuchado y leído tantas que he perdido la fe: en el Cielo, que tiene poco valor para los propósitos de la ficción, y en la tercera persona que es un autor.
En esta compañía, el autor no poeta o tercera persona se dejaba colgado del trapecio en el aire fuera del circo. ¿Cómo se da cuenta el hijo de un mal vecino de lo que dos o tres o cuatro personajes están pensando? No se da cuenta de lo que está leyendo de esta turbulencia cerebral; ¡vaya con la omnisciencia y el libro!
Hoy no voy a una iglesia o a una casa de turismo, y no leo una novela aunque esté en un libro. Me quedé en Blasco Ibáñez, Cronin, Daphne Du Maurier, y me escapé del boom que no sé qué fue, al final, si algo como un Big Bang. Sólo confío en aquellos que humildemente dicen que yo y el resto somos leyendas.
«Fernando Vallejo»
Entre los fantasmas de Fernando Vallejo
Los pusieron en los libros de Rimbaud y Lautréamont, pegaron carteles funerarios donde invitaban al funeral de la poesía colombiana, sabotearon todo tipo de eventos oficiales con gritos. Como ellos, Vallejo utiliza métodos similares en su trabajo ya que amenaza a las instituciones religiosas. Su expresión «Dios no existe, y si existe es la gran gonorrea», que brilla por su ignorancia venérea en La Virgen de los Sicarios, pudo ser proclamada por uno de esos nadadores incapaces de trascender las desafiantes huellas de los años 60.
Práctica satírica nacida de una zona retrógrada a la manera de la más cerrada de España. Y cuya mentalidad parece estar enfocada, entre otros, a una situación paradójica.
La infancia que es, en su situación, una antigua y arcádica orden familiar. Los abuelos, padres, tíos y tías de las novelas que componen El río del tiempo reflejan el sistema matriarcal de represión, aunque lleno de amor. Un amor malsano que el narrador anhela y aborrece al mismo tiempo.
Vallejo viajó con ellos, y si no hubiera dejado Medellín para recorrer las calles de Bogotá, Roma, Nueva York y México, habría acabado envuelto en la filiación de una revolución que dejó pocas cosas fascinantes a la literatura colombiana y ninguna a la latinoamericana. En cambio, dejó una mentalidad de vituperio regional que captó el indignado interés de las devotas damas, los sacerdotes y los ricos industriales católicos de Medellín en ese período. La misma Medellín que Vallejo ataca incansablemente en novelas como Los días azules y Las llamas oscuras.
Por un lado, el deseo de exaltar un cielo, una especie de patrimonio, un mundo olvidado, situado en la infancia del escritor que reside en el campo, en campos amplios y extensos, a orillas de los ríos de bronce y viril, y, al mismo tiempo, el imperativo atrabiliario de derribar, destruyéndolos, los ideales del gótico antioqueño. Doble movimiento de sensibilidad, el de Vallejo, que sucumbe a la nostalgia del pasado en medio de un presente que surge de la destrucción permanente.
Por eso, aunque aparentemente niega toda noción de patria en su obra, puede vincularse rápidamente a la recuperación de la lengua y, sobre todo, al territorio edénico de la infancia. La memorable investigación de Vallejo se refiere a la que realiza Barba Jacob en su poema «Parábola de retorno» donde el pasado tan esperado es ese «viejo huerto de cuevas perfumadas donde los niños iban a jugar», porque lo que pretende el narrador de Vallejo es volver a la habitación de la infancia de la finca Santa Anita.
Además, esta acusación consiste en rechazar la violencia sexual del catolicismo antioqueño, y en apoyar la incesante sexualidad que Fernando González ya protegía desde los años 30, y que los nanaistas perseguirán de manera ensordecedora. Lo que quiero decir, entonces, es que la obra de Vallejo debe enmarcarse más que en la tradición de la diatriba francesa, en la tradición antioqueña.
Ficha Técnica
Título: Entre fantasmas
Autores: Fernando Vallejo
Serie: V de El río del tiempo
Fecha: 03 sep 2020
Tamaño: 0.78MB
Idiomas: Español
Genero: Libros de Terror
Páginas: 376
Formato: epub y pdf
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