Ficha
Título: Gente normal
Autores: Sally Rooney
Editorial: Literatura Random House
Fecha: 01 ene 2020
ASIN: B07X21686K
Tamaño: 1.19MB
Idiomas: Español
Literatura: Libros de Aventuras
Páginas: 321
Formato de la descarga: epub y pdf
Sinopsis
Marianne y Connell son compañeros de instituto pero no se cruzan palabra. Él es uno de los populares y ella, una chica solitaria que ha aprendido a mantenerse alejada del resto de la gente. Todos saben que Marianne vive en una mansión y que la madre de Connell se encarga de su limpieza, pero nadie imagina que cada tarde los dos jóvenes coinciden. Uno de esos días, una conversación torpe dará comienzo a una relación que podría cambiar sus vidas.
Gente normal es una historia de fascinación mutua, de amistad y de amor entre dos personas que no consiguen encontrarse, una reflexión sobre la dificultad de cambiar quienes somos. La segunda novela de Sally Rooney acompaña durante años a dos protagonistas magnéticos y complejos, dos jóvenes que llegamos a entender hasta en su contradicción más sonada y en sus más graves malentendidos. Esta es una historia agridulce que muestra como nos conforman el sexo y el poder, el deseo de herir y ser herido, de amar y ser amado. Nuestras relaciones son una conversación a lo largo del tiempo. Nuestros silencios, lo que las define.
Leer el primer capítulo:
Marianne me estaba contando que hoy os han dado los resultados de los
exámenes de prueba, dice Lorraine.
Nos han dado los de lengua, dice él. Vienen por separado. ¿Quieres ir
tirando?
Lorraine dobla los guantes de goma con cuidado y los vuelve a guardar
debajo del fregadero. Luego comienza a quitarse las horquillas del pelo. A
Connell le parece que eso es algo que podría hacer en el coche.
Y me han dicho que te ha ido muy bien, dice Lorraine.
El primero de la clase, apunta Marianne.
Sí, dice Connell. A Marianne también le ha ido bastante bien. ¿Nos vamos
ya?
Lorraine hace un alto en el desanudado del delantal.
No sabía yo que tuviéramos prisa.Connell se mete las manos en los bolsillos y reprime un suspiro irritado,
pero lo reprime con una inspiración tan audible que sigue sonando como un
suspiro.
Solo tengo que ir un momento a sacar una tanda de ropa de la secadora, dice
Lorraine. Y luego nos vamos. ¿Vale?
Él no dice nada, solo agacha la cabeza mientras Lorraine sale de la cocina
¿Quieres un poco?, pregunta Marianne.
Le está ofreciendo el tarro de crema de cacao. Él hunde las manos un poco
más en los bolsillos, como si estuviese intentando meter su cuerpo entero ahí
dentro.
No, gracias.
¿Te han dado las notas de francés hoy?
Ayer.
Apoya la espalda en la nevera y mira cómo ella lame la cucharilla. En
clase, Marianne y él hacen como si no se conociesen. La gente sabe que
Marianne vive en la mansión blanca con el caminito de entrada, y que la madre
de Connell es limpiadora, pero nadie conoce la vinculación particular entre
ambos hechos.
He sacado un A1, dice él. ¿Qué has sacado tú en alemán?
Un A1, responde ella. ¿Me estás fardando?
Vas a sacar un 600, ¿verdad?
Marianne se encoge de hombros.
Tú seguramente también.
Bueno, tú eres más inteligente que yo.
No te sientas mal. Soy más inteligente que todo el mundo.
Está sonriendo. Marianne practica un abierto desprecio por la gente del
instituto. No tiene amigos, y se pasa la hora de la comida sola, leyendo
novelas. Muchos la odian con ganas. Su padre murió cuando ella tenía treceaños, y Connell ha oído por ahí que ahora tiene una enfermedad mental o algo.
Es cierto que es la persona más inteligente del instituto. Le da pavor estar solo
así con ella, pero también se descubre fantaseando con cosas que podría decir
para impresionarla.
No eres la primera de la clase en lengua, señala él.
Marianne se lame los dientes, tan campante.
A lo mejor me tendrías que dar clases particulares, Connell.
Él nota cómo le arden las orejas. Seguramente ella habla por hablar y no
hay ninguna insinuación ahí, pero si se estuviese insinuando sería solo para
rebajarlo a él por asociación, dado que a Marianne se la considera objeto de
asco. Lleva unos zapatones planos feísimos, de suela gorda, y no se maquilla.
Hay gente que dice que no se depila las piernas siquiera. A Connell le llegó
una vez que Marianne se había echado helado de chocolate por encima en el
comedor del instituto, y que fue al lavabo de chicas, se quitó la blusa y la
limpió en el lavamanos. Era una historia bastante conocida, todo el mundo la
había oído. Si ella quisiera, podría saludarlo en clase con todo el alarde. Nos
vemos luego, podría decirle, delante de los demás. Eso, sin duda, pondría a
Connell en una situación incómoda, que es el tipo de cosa con la que ella
parece disfrutar. Pero no lo ha hecho nunca.
¿De qué hablabas hoy con la señorita Neary?, pregunta Marianne.
Ah. De nada. No sé. De los exámenes.
Marianne hace girar la cucharilla dentro del tarro.
¿Le molas, o algo?
Connell mira como mueve la cucharilla. Aún se nota las orejas calientes.
¿Por qué dices eso?
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