Ficha
Título: La criminóloga (Los casos de Jennifer Palmer nº 1)
Autores: Arthur R. Coleman
Editorial: Books Factory
Fecha: 23 dic 2019
Tamaño: 0.77MB
ASIN: B078J935YK
Idiomas: Español
Literatura: Libros de Terror
Páginas: 356
Formato de la descarga: epub y pdf
Sinopsis
Un trepidante thriller policíaco, una novela de intriga y sensualidad desde una óptica nueva y fresca, un personaje diferente, pleno de originalidad y fuerza: Jennifer Palmer. El nuevo y más sorprendente personaje de la novela criminal y erótica.
Un novedoso enfoque de la literatura de asesinos en serie. Un auténtico psicópata del crimen busca un adversario de su talla y reta a la criminóloga Jennifer Palmer a través de sus asesinatos: Los desafíos del hombre. Es el kraken de los criminales. Un monstruo que sale de las profundidades cuando quiere y causa el terror en la ciudad de Nueva York.
Un thriller excepcional narrado con gran maestría. ¿Quién se esconde tras las siglas D.H. con que firma cada uno de sus estudiados y elaborados crímenes?
Esta impactante novela nos lleva a las aventuras de una joven y bella criminóloga y su agencia, Solution Channel, y de Mark Crowell, un apuesto y atlético inspector de la brigada contra el crimen de la ciudad de Nueva York, desde que se descubre el extraño y cruel asesinato de un conocido marchante de arte.
Unos personajes en los que la sexualidad y la sensualidad están en constante ebullición. La apasionada belleza de la protagonista, su inteligencia y su espíritu independiente llevan al lector a descubrir nuevos límites en la forma de entender la vida, la sexualidad y el deseo de forma libre y sin barreras.
Una trama asombrosa, con personajes, giros, asesinatos y posibles culpables con la gran incógnita a desvelar que sólo llega al final de un equívoco y apasionante recorrido en esta incomparable novela negra y erótica.
Leer el primer capítulo:
ENRÓLLATE, NENA
En ese punto intermedio entre la noche y el amanecer, Jennifer Palmer se despertó. Mientras
se desperezaba aún podía seguir oyendo a Jim Morrison en el recuerdo de su fogoso sueño.
Enróllate, nena, enróllate, nena….
Una vez más, como cada vez que aparecía en sus visitas nocturnas, se preguntó por qué
soñaba con tórridos encuentros amorosos con un hombre que había muerto antes de que ella
naciese y que ni siquiera era su tipo. Además, su vida sexual era placentera, intensa y variada.
Joven y atractiva, alta, largas piernas, sugerentes curvas y seductores ojos grises, Jennifer no
necesitaba los encuentros eróticos en sueños de Jim Morrison para sentirse satisfecha.
Abrió los ojos y aún podía oír en su mente a The Doors con Roadhouse blues: Sí, vamos al
bar de la carretera. Vamos a pasarlo realmente bien. Un buen rato… donde tienen
habitaciones… y son para la gente que le gusta hacerlo despacio. Enróllate, nena, enróllate,
nena…
Entre suaves sábanas de algodón blanco, la joven se incorporó en la gran cama. Recogió su
larga melena castaña en una coleta y se despabiló lo suficiente para recordar que en unas pocas
horas debía encontrarse con Donald Walker, uno de los miembros de la agencia de detectives y
asesoramiento en materia criminal que ella dirigía.
Donald estaba siguiendo a un marido, un importante hombre de negocios relacionado con el
mundo del arte. Al contratarles, su mujer aseguró que estaba preocupada por él. Al parecer el
hombre había recibido alguna amenaza, pero no había querido emplear escolta privada más allá
de los guardias de seguridad que vigilaban su magnífica galería de arte y las cámaras de
vigilancia de su finca y la seguridad del propio residencial.
Aunque, pensó Jennifer, en realidad lo más probable es que quisiese saber si le era infiel y
conseguir pruebas comprometedoras y usarlas para sacar una buena tajada en el divorcio. Vaya
estupidez, pensó la joven, como si ser infiel o pretenderlo no estuviese en la naturaleza humana.
Por su experiencia, lo raro era justamente lo contrario. De cualquier forma, aunque era un trabajo
rutinario y anodino, estaba bien pagado. A pesar de que no era la actividad que más le atraía, en
realidad le interesaba más bien poco, había que hacer de todo para mantener a flote la agencia
Solution Channel.
Descalza por el pavimento de madera pulida, cruzó el salón por encima de la silueta de un
dragón estampada en una gruesa alfombra rojiza. A Jennifer le gustaban estos enormes animales
míticos. Desde niña le habían fascinado los cuentos de dragones, guerreros y princesas, aunque
ella no tenía interés en ser una princesa, lo que deseaba en sus fantasías de niña era convertirse enuna aguerrida guerrera que luchase contra el mal. Finalmente, su sueño se había hecho, en buena
parte, realidad.
Jennifer era la propietaria de la agencia Solution Channel. Había estudiado criminología en
SUNY, la Universidad Estatal de Nueva York en Albany, y desde el principio sus profesores
vieron su potencial. Al acabar la universidad pronto se labró un prestigio gracias a sus acertados
diagnósticos.
Tenía poco más de treinta años, y en ocasiones hacía labores de consultora en
determinados casos para Inteligencia Criminal del Departamento de Policía de la ciudad de Nueva
York: revisión de casos desde el comportamiento y las perspectivas de investigación, análisis del
crimen, sugerencias de líneas de investigación, perfiles de delincuentes desconocidos y estrategias
para dar caza al asesino.
Una joven precoz, una mente brillante, un cuerpo sensacional.
Llegó a la cocina y se sirvió un café largo bien cargado, solo, sin azúcar. El primer café del
día solo; el segundo, a media mañana, con azúcar de caña. En ese momento sonó el teléfono.
¿Quién sería a esas horas tan intempestivas? En el visor apareció el rostro pecoso y juvenil de
Donald.
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